En el Imperio no saben historia

junio 2, 2007 in Política

Ayer se nos apareció en carne mortal Condoleezza Rice, la Secretaria de Estado de Exteriores de Estados Unidos. A mi por un momento me pareció que estaba viendo una vez más la famosa escena de «Bienvenido Mr. Marshall», la genial película de José Luis García Berlanga, por la forma en que todos los medios de comunicación han tratado la visita, y por cierto rebajamiento de nuestras instituciones ante la actitud de la señora en cuestión.

En fin, no sé qué opinan los demás, pero cuando se permite afirmar, al hablar de las relaciones de España con Cuba, que «tengo reservas sobre que se pueda discutir con un régimen que no acepta los principios democráticos«, la verdad, me entran ganas de reir.

Lo malo no es que diga esto. Al fin y al cabo ella está obligada a velar por los intereses de su nación. Lo realmente preocupante es que esta señora venga aquí, se de el gusto de reprender con dos frases toda la política exterior española y nadie le dé la réplica que se merece. Es decir, Estados Unidos puede recordarnos que mantenemos unas relaciones relativamente cordiales con una dictadura (es verdad, nadie lo puede negar), pero me pregunto por qué no se le puede contestar que quien nos lo dice representa a un estado en el que todavía existe la pena de muerte, que ha violado sistemáticamente todos los convenios internacionales referentes a la tortura y el trato a los prisioneros de guerra, que mantiene una guerra de ocupación en Irak, que secuestra y traslada ilegalmente a ciudadanos de medio de mundo…, y otras tantas cosas que a uno se le ocurren al calor de la noticia.

Al oir las declaraciones de Condi, como la llama amigablemente Moratinos, me acuerdo de la famosa frase de «quien no conoce la historia está condenado a repetirla» (por cierto, ¿alguien sabe quién la dijo por primera vez?), y pienso en todos los imperios que a lo largo de los tiempos se han comportado de la misma forma soberbia en que lo hacen nuestros amigos norteamericanos, y en cómo todos ellos terminaron aplastados por su propio peso (aunque ya hay alguien que lo anticipa).

Actualización: por cierto, genial la carta al director que ha mandado Norman Birnbaum a El País.